miércoles, 30 de mayo de 2018

SIEMPRE SE VUELVE.

Nuevamente volví, luego de desaparecer por muchos años...
volví en el mejor modo que pude.
En estos años pasaron por mi cuerpo y mi cabeza muchas cosas... algunas muy horribles otras fortalecedoras.

Me encuentro soltera. Como nunca pude estarlo.
Me encuentro manejando el timón de mi vida... aprendiendo a moverme, sin el apoyo de un otro.
Me encuentro extrañando a personas, situaciones,momentos... pero, ya sin dolor.

Estos años me dolí mucho. Me desconocí, me pelee conmigo misma, me lastimé. Lloré, me creí superior, me ví inferior, me caí... y me costó un montón levantarme.
Siempre obstinada en no molestar, en no demandar, en no pedir... hasta que me vi obligada a pedir... a pedir que se me devuelva un poquito de lo que siempre brinde. Y por suerte, recibí lo que necesitaba.

A unos meses de haberme separado definitivamente del "Hombre casi-ideal", me encuentro desencantada con el género masculino... no creo, no compro, no demando.. dejo fluir.
Quizá no esté bueno para el/los que vengan después, pero... esta libertad que me está rodeando no se va a ir tan fácil... esta paz... este sentir y hacer lo que quiero, cuando quiero... sin pensar...



Una de los cosas mas importantes que marcó mi presente fue la muerte de papá... hace un año.
Hoy se hacen 52 miércoles que no escucho su voz. Hoy creo que ya no me acuerdo como era el sonido que salía de su boca, ni los tonos que tenía cuando estaba contento o enojado, o triste...Y eso, me lastima, me  agobia... me altera. ¿Cómo no vas a recordar la voz de tu viejo? ¿Cómo no te vas a acordar de su tonada?
El tiempo pasa inexorablemente y se lleva esos sonidos... espero, ansiosa, que en algún momento me venga en una reminiscencia, en un tono en la calle, en una canción.. su voz. 
El cerebro tiene guardado todo. Confió en su almacenamiento.

A raíz de papá y del "Hombre casi-ideal"... mis tiempos sin tiempo para duelos... mis ganas sin ganas para parar... me encontré hace unos meses en un depresión importante. 
No podía hacer nada. Era una cosa. Intenté un tiempo seguir mi ritmo... no lo logré.
Todo se empezó a caer. TODO. 
Ahora ya estoy bien,  ya me ordené. 
Puede decirse que me paré y que empecé a ser yo. A mejorarme. A crecer. 


Y  DE AHORA EN MAS... NI UN PASO ATRÁS.



A veces.

A veces es difícil darse cuenta dónde uno está parado. 
Es difícil salir de la zona de confort (que a veces de confort no tiene nada).
Es difícil ver de afuera lo que uno está viviendo adentro.
A veces el cuerpo pide stop y no le hacemos caso. 
A veces la cabeza grita stop y seguimos adelante... En estos tiempos parar no es posible, no se puede. Se tiene que seguir cueste lo cueste... y aunque se tenga que aflojar.
Parar cuesta mucho. Muchísimo. Y se lleva la alegría, los planes, la ilusión, la energía...
Hace unos meses mi cabeza y mi cuerpo me dijeron ¡Basta!
¡Basta de no pensar!
¡Basta de pensar!
¡Basta de creer, de intentar, de reflexionar!
¡Basta de llorar!
Y me tiró. Fue un cruce total. Mi propia cabeza me boicoteó. Intenté seguir igual, haciendo que no pasaba nada, pero sabiendo que todo estaba esperando un cambio.
Me di cuenta que sola no podía. Que ya no era mi poder, mi decisión, ni siquiera mi elección.
Pero... Yo quería estar bien.
Quería volver a ser yo.
Quería dejar de tapar huecos.
Entonces empecé a cambiar. De a poco. Muy lento.
Y de a poco creo que me voy acercando a una versión mejor. Más plena. Una versión que sabe dónde y cómo pararse.
Que tiene todo lo que soy y lo trata de brindar y exponenciar.
Hoy. Me siento bien. Me siento plena. Me siento cada vez más mía. Me siento feliz. Feliz de la vida que empecé a construir... Que estoy construyendo... Que quiero tener!
Y agradezco a todos los que estuvieron mientras estuve abajo.
¡Ahora sólo me queda subir!